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En las gradas del circuito no entra ni un humano más, todo el público está de pie porque no quiere perder un detalle de la carrera que en breves segundos dará comienzo. Los coches están a punto y los motores rugen como fieras esperando atacar, tiran fuego por el tubo y humo por los ojos. Los pilotos miran fijamente a la muerte mientras sostienen  firmes el volante que no les debe hacer girar. Late fuerte el corazón, la tensión se dispara, y entretanto, en medio de semejante festival de testosterona, una mujer se pinta los labios en su espejo de mano mientras espera el pistoletazo de salida. Es Shirley Muldowney, la Primera Dama del Drag Racing, y si vas a apostar por alguien, que sepas que fue ella quien ganó la carrera. 


SHIRLEY MULDOWNEY

La primera mujer con licencia para competir en Drag Racing


Shirley Muldowney

La corredora Shirley Muldowney nació en Vermont, EEUU, el 19 de junio de 1940, pero a los pocos años se mudó junto a su familia a Nueva York, exactamente al barrio de Schenectady. De madre lavandera y padre taxista, Shirley se convertiría años después en todo un icono del masculino mundo de las carreras de coches, pasando a la historia como la primera mujer en obtener una licencia de la Asociación Nacional de Hot Rod con 18 triunfos en eventos nacionales de la NHRA a la espalda.

Una vez en Nueva York Shirley se enamoró del piloto de carreras Jack Muldowney, de quien, tras consumar matrimonio, recibió el apellido con el que pasaría a la historia, y de quien años más tarde se divorciaría. Él la introdujo en el mundo de las carreras y fue de quien aprendió y perfeccionó la técnica de la conducción. Poco después también se convertiría en su mecánico personal para desarrollar y perfeccionar coches de alta velocidad.

Sharley Muldoweney, la primera mujer en conseguir la licencia del NHRA para conducir Top Fuel Dragster, junto a su Ford Mustang `Cha Cha Muldowney.

Sharley Muldoweney, la primera mujer en conseguir la licencia de la NHRA para conducir Top Fuel Dragster, junto a su Ford Mustang `Cha Cha Muldowney´

 

EEUU, Motor Country Rebel

No es necesario mencionar la sensacional historia del motor que desde el año 45 del siglo pasado lleva escrita Norteamérica, desde los primeros moteros fuera de la ley, las primeras pandillas juveniles y euforia colectiva por el Hot Rod hasta el descaro y vacilante mundo de los Muscle Cars. Todo ello en conjunto, fue generando una base que, a pesar del paso del tiempo y el cambio de contexto político y social, perdura gracias al esfuerzo de muchos románticos y apasionados.

Bajo aquel contexto vivió Shirley Muldowney, un periodo de tiempo al que ahora miramos con nostalgia, y que muchos cambiarían por el actual asumiendo incluso todas las contraprestaciones. Música, moda y deporte, se revolvían en un entretejido entusiasta que tenía como resultado una estética concreta, una estética que fue mutando por décadas hasta finales de los 80.

Shirley Muldowney, La Primera Dama del Drag Racing junto a su Ford Mustang `Cha Cha Muldowney´

Acelera o muere

En 1965 Shirley Muldowney se convirtió en la primera mujer en recibir una licencia de la Asociación Nacional de Hot Rod. Antes de obtener el título ya formaba coalición con otras mujeres piloto como Judi Boertman y Della Woods, pero no fue hasta entonces cuando comenzó su carrera profesional.

Hacia 1970 la piloto conducía a 200 mph, más de 320 km/h, por las pistas de carreras, a mediados de los setenta fue la primera mujer en ganar los NHRA Spring Nationals y en 1977 se convirtió en la primera persona en ganar el Campeonato Mundial de Combustibles por tres ocasiones, 1977,1980 y 1982. A lo que se sumaron un total de 18 títulos de la NHRA, dominando los campeonatos mundiales y estableciendo varios récords. La Primera Dama del Drag Racing se había hecho gigante.
Hay que destacar que el éxito de Shirley Mudowney no solo se dio en la pista, también tuvo que competir contra los roles establecidos de un deporte y una industria radicalmente masculina, una situación por entonces generalizada. El hecho de ser mujer piloto dificultaba en extremo el hecho de conseguir patrocinio y equipo de carreras. Aun así la respuesta fue rotunda: pintar el coche de rosa explosivo, posar con tacones bien altos, y exhibir paracaídas de freno de color rosa en las competiciones mientras saludaba a su público. Su personalidad la convirtió en toda una referencia de estilo y actitud para muchas mujeres y hombres, una postura que sin duda la coronó entre los más grandes de los pilotos.

 


El éxito de Shirley Muldowney no solo se dio en la pista,

también tuvo que competir contra los roles establecidos

de un deporte y una industria radicalmente masculina.


Accidente grave

En 1984, Muldowney sufrió un grave accidente que casi le cuesta la vida cuando en una carrera en Montreal perdió el control de su coche (por el mal funcionamiento de una de las ruedas). Sus piernas y sus pies quedaron totalmente destrozados, así como la pelvis, las manos y varios dedos. Llegó al hospital hecha trizas debido a la enorme cantidad de trozos de chatarra y suciedad incrustada en el cuerpo, para lo que los doctores necesitaros dos horas de limpieza antes de poder comenzar la operación.

La recuperación fue lenta y dolorosa. Se retiró de la pista un tiempo para rehabilitar su cuerpo en su casa de campo, donde llegaban sin tregua miles de cartas de admiradores. Todo parecía haber llegado a su fin, pero el encontronazo cara a cara con la muerte no fue suficiente para retirar a Shirley de los circuitos. Dos años después del accidente, en 1986, Shirley Muldowney decidió regresar al mundo de la competición, donde se mantuvo hasta retirarse definitivamente diecisiete años más tarde, en el año 2013.

Su carrera profesional fue inmortalizada en “Heart Like a Wheel” , 1983, una película protagonizada por Bonnie Bedelia, en el papel de Muldowney, y Beau Bridges como Kalitta. Bedelia recibió una nominación al Oscar por su trabajo en la película. Y dos años después de separarse del mundo del motor, en 2015, Shirley Muldowney escribió sus memorias bajo el título de “Tales from the Track”, a lo que se suman diferentes premios y galardones oficiales que reconocen su carrera profesional y personal.

A los 63 años Muldowney se había cansado de la velocidad. Habían pasado 40 años, tiempo más que suficiente para demostrar el potencial de las mujeres en el mundo del motor. Una carrera brillante que derrumbó barreras, pulverizó mitos oscuros de manera iconoclasta y que sobre todo hizo vibrar a miles de persona con su estilo personal.

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