Skip to main content

DISPAREN AL HUMORISTA

un ensayo gráfico sobre los límites del humor

Aprovechamos la reciente edición del libro Disparen al humorista para conversar con su autor, Darío Adanti, crítico, humorista satírico e ilustrador de la revista Mongolia, quien esta vez aparece en escena con un ensayo gráfico donde expone sus reflexiones sobre los límites del humor. Un trabajo ambicioso que recoge las diferentes visiones de la religión, la filosofía y la ciencia sobre los límites del humor a lo largo de la historia. Una entrevista de universal actualidad.

¿Qué encuentra el lector en Disparen al humorista?

El lector se va a encontrar con un ensayo en forma de cómic sobre el humor, la risa, lo cómico y por qué estamos tan obsesionados hoy en día con saber si el humor debería o no tener límites, algo que no pasa con otros géneros de la ficción. Nadie se pregunta si el drama o el musical deberían tener límites.

¿El título es porque te quieren disparar? ¿No hubiese sido mejor para el conjunto de la sociedad un libro con el título Disparen al pederasta? 

El título surgió por varias cosas a la vez. Una, por el atentado a los dibujantes del Charlie Hebdo y otra por la obsesión que tienen los medios en los últimos años en preguntar y opinar sobre si el humor debería o no tener límites que, en pleno estropicio económico global, con la ultraderecha creciendo en las democracias occidentales como la carcoma en un mueble antiguo, con las diferencias sociales acrecentándose día a día, con refugiados malviviendo, muriendo en el Mediterráneo, o helados y hambrientos en campos de refugiados, preguntar sobre los límites del humor, o creer que el humor y sus límites tienen algún tipo de peso específico en nuestra realidad actual, es como empezar un tiroteo en un bar del lejano oeste y en vez de disparar a quienes te disparan, apuntar y dispararle al inofensivo pianista. De hecho, la frase «No disparen al pianista» es una frase de las películas del oeste.

Si me baso en el concepto del ensayo, que va de explicar qué es el humor y la risa apoyado en la ciencia, la filosofía, etc, y por qué es inherente a toda cultura humana, el libro debería llamarse «No disparen al humorista», pero como los humoristas siempre decimos lo contrario a lo que se espera que digamos, tenía que decir lo contario: «Disparen al humorista”.


¿De dónde surge la idea? 

Soy un gran lector de ciencia, filosofía, historia, y ensayo, y siempre me ha interesado qué es la risa y por qué nos reímos, a qué le llamamos humor, qué consideramos que es cómico y qué no. Todas estas cosas, y las voy apuntando cada vez que leo algo relacionado a este tema que es mi oficio. ¿Por qué yo digo un chiste que son sólo palabras y al que me escucha no sólo le hace gracia sino que incluso, en el mejor de los casos, le produzco una reacción física a distancia? Este tipo de cosas siempre me han fascinado. Y las voy apuntando y apuntando. A partir de estos apuntes se me ocurrían tebeos donde lo explicaba, o más bien explicaba lo que yo había entendido de lo que decían aquellos que leía y que sí saben sobre estos temas, Bergson, Darwin, etc, y lo intentaba explicar de forma cómica. Para un festival de cine de Albacete, el Abycine, me pidieron un tebeo sobre algún tipo de nueva comedia y ahí empecé a dibujar todo esto que tenía apuntado y no paré hasta ahora que he terminado el ensayo. Que no solo es un ensayo sobre el humor, la risa, la política, las nuevas tecnologías, etc, sino, también, un ensayo contado por un humorista, es decir, un ensayo sobre el humor que tiene, a la vez, humor.

¿Disparen al humorista es fruto de tu trabajo personal o es que te quieres montar en el  dólar y deshacerte de tus compañeros de Mongolia?

Los primeros apuntes de este libro, sin saber que sería un ensayo en forma de tebeo, son del 2009 y el primer cómic lo hice en el 2010, así que fue antes de empezar Mongolia pero mi experiencia con Mongolia y con lo que ha pasado tras el atentado al Hebdo, que es como el 11S del humor, cambió mucho la concepción del libro porque ahora todo se manchó de sangre que en vez de lograr que comprendiéramos la importancia del humor para cualquier democracia nos empezamos a obsesionar sobre si debía o no tener límites.

Dicho esto, y ahora que no nos escucha nadie, la realidad es que quiero montarme en el dólar y de deshacerme de mis compañeros de Mongolia, pero que quede entre nosotros.

¿Qué papel juega el humor en nuestras vidas?

El humor es fundamental, es universal porque la risa es esencialmente humana, aunque los demás homínidos y hasta las ratas tienen algo parecido, la complejidad de la risa humana es única, y el humor es la búsqueda de la risa en el otro a través de símbolos, escritos, dibujados, verbales o actuados y es parte fundamental de lo que somos como especie. Lamentablemente lo tenemos muy poco valorado en términos de prestigio, y aquí está una de nuestras hipocresías que heredamos de la concepción cristiana de la risa de la edad media: la risa es mala, es pecado. La ciencia, en cambio, nos dice que la risa es buenísima, nos une, genera dopamina que nos da placer, y nos da placer en comunicación con otros.

Alguien podrá decir que el humor también puede ser malo, está la risa despectiva, la sorna, y se puede hacer un chiste para humillar a una víctima, pero lo mismo pasa con las sogas o las macetas, las podemos usar como una soga para colgar la ropa o para secuestrar a alguien, podemos usar una maceta para tener plantas o para tirársela a alguien en la cabeza, pero cuando eso pasa, no nos preguntamos sobre los límites de las sogas o las macetas, damos por hecho que el sadismo -el real que no el actuado en una ficción- no está admitido en nuestro pacto social porque es malo para nuestra convivencia y que lo que falla ahí no es la soga o la maceta sino el sadismo de quién las ha utilizado para ejercer dolor a un tercero.

Con el humor, en cambio, nos preguntamos todo el rato si el humor tiene límites, porque con el humor también se puede hacer daño. Ni más ni menos que como se puede hacer daño con una soga o una maceta y no cuestionamos su función cuando son utilizadas en otro contexto.

¿Crees que hay algo que no pueda traducirse a humor?

En mi caso personal como humorista tengo muchas cosas que no puedo traducir al humor, pero sería muy limitado de mi parte pensar que otras y otros humoristas pueden ser lo suficientemente creativos e inteligentes para encontrar una manera humorística con la que enfrentarse a esos temas que a mí me cuesta enfrentar de manera humorística. Que yo sea limitado, o que tenga mis limitaciones, no significa que tenga que imponerle mis límites a los demás.

Hay muchos temas sobre los que yo no hago humor, pero tratar un tema desde el humor no significa sólo un desprecio, puede también ser una denuncia.

Creer que por ser representado en el género del humor ya implica un desprecio es lo que tenemos de moral cristiana de la edad media porque no siempre es así, de hecho, la mayoría de las veces no lo es.

En china hay monjes que ríen y en los estudios talmúdicos del judaísmo la paradoja que llega a ser cómica no es un desprecio hacia la palabra de Dios sino una forma de alcanzar la verdad sobre lo que quiso decir Dios exactamente.

Lo que nos pasa, y lo explico en el libro, es que estamos demasiado influenciados por esa concepción pecaminosa de la risa del cristianismo más arcaico y nos hemos creído que esa moral puritana tiene un trasfondo humanista que realmente no tiene sino, más bien, representa todo lo contrario.

¿Todo el tiempo te preguntan por humor?

Sí, pero mi libro va de eso y es un tema del que me encanta leer, me la paso yendo a librerías de libros usados a buscar libros viejos sobre el humor, la sátira, la ironía…. Vamos, que me resulta un tema apasionante y me gusta hablar del tema.

¿Te has convertido en un teórico especialista del humor? ¿Qué teoría defiendes sobre la naturaleza del humor? ¿De dónde viene? ¿Existe en sí mismo? ¿Lo inventamos los humanos?¿Es lo que nos diferencia de los animales? ¿Se puede tener humor sin sentido del humor? ¿Podría ser el humor una corriente filosófica como los estoicos o los cínicos? Imagina, los humorista griegos.

¡Jajaja! En realidad sólo soy un lector voraz y lo que hago es resumir lo que leo. Soy más bien un divulgador humorista.

Defiendo ni más ni menos que la que sostiene la ciencia y la sociología con muchas pruebas y estudios: el humor es un fenómeno netamente humano y está relacionado desde los orígenes de nuestra especie al origen mismo de la comunicación oral y escrita, y es parte fundamental de nuestra forma simbólica de interpretar  mentalmente la realidad que nos rodea. Es, también, la forma que tenemos los humanos de ensayar el proceso mental de creación de resoluciones creativas a problemas que a priori parecen complejos de resolver. Cualquier chiste se funda en ese mecanismo que es lo que nos hace Homo sapiens. Y es, además, una forma de cohesión social y de juego intelectual compartido. Nos permite, también, descargar de forma catártica y en un ámbito sin riesgo nuestros impulsos agresivo que son parte de nuestro instinto animal más básico y que debemos reprimir para la convivencia en grupo.

Todo eso y mucho más, ya ves…

Sin duda el humor ha estado presente en la filosofía desde los griegos, Platón no era muy amigo de la comedia pero Diógenes el cínico sí, era, sin duda, un filósofo cómico. Por no hablar de Voltaire, que fue un gran satírico, o Kant y Hegel que le dedican al tema de la comedia páginas muy trascendentes de sus libros «Crítica del Juicio» del primero y «Fenomenología del Espíritu» del segundo.

¿El humor en prensa es en cierto modo una herramienta de cambio?

Yo creo que no. Creo que nos confundimos cuando queremos que todo sea útil en términos de cambio social o político. Hay cosas que son reflejo de lo que nos pasa y, como reflejo, muestra lo que somos y no cambia lo que seremos porque esa no es su función: no proyecta sino que refleja.

Creo que el humor político representa de forma cómica lo que ya creen los lectores del medio donde se publica. Los humoristas ponemos imagen o palabra a la paradoja o al concepto que ya está previamente instalado en quién nos lee. Porque el humor, como ficción, es lo contrario a la realidad, es su reflejo deformado en un espejo de feria. La realidad está en las secciones políticas y económicas que no son reflejo sino datos de la realidad en sí.

¿Que hay gente que toma conciencia de la realidad a través del humor? Pues hace mal, la realidad está en los datos de la realidad, que es lo que debe ser el buen periodismo. Una vez que ya sabes los datos de la realidad y tienes una opinión formada al respecto, lees o escuchas a los humoristas que te gustan y te reirás porque verás reflejada tu opinión de forma simbólica y paródica en su trabajo.

Pasa mucho en estas épocas de confusión, creemos que todo tiene que tener una utilidad con respecto a modificar el futuro, pero esa función ya existe y no está en la ficción del humor sino en la gestión de la realidad común que es lo que llamamos política, no entendida como aquel que trabaja de político sino como todo aquello que, en el campo de lo real, colabora a la gestión de esa realidad común material.

El humor, como una buena comida, el vino o el sexo, están relacionados al placer, y aunque sea humor político y exprese una opinión no deja de ser un juego de símbolos fuera del campo de lo real, aunque sea su reflejo, y en última instancia busca el placer de la descarga fisiológica del humor que es la risa.

El Ibex 35 no va a deponer sus armas económicas por mis chistes sobre el Ibex 35.

Ideológicamente, ¿hay más humorista de izquierdas que de derechas? ¿A qué crees que se debe?

Hay humor no ideológico, humor general, y hay humor político. En este caso no puedes abordar la realidad común sin una visión política subjetiva desde donde juzgarla y eso hace que te posiciones desde la izquierda o desde la derecha. Hay más humor político de izquierdas, pero hay también humor de derechas.

El problema es que si haces sátira tienes que meterte con el poder, que es el responsable del estado de esa realidad común, y el poder es siempre de derechas porque aunque gobierne algún partido de izquierda, el FMI, el IBEX, la banca, etc, son las élites representadas en la derecha. Así que si haces sátira política y eres de derechas ¿cómo haces para criticar lo que pasa si lo que pasa es responsabilidad histórica de quienes te representan a ti ideológicamente?

Entonces sólo pueden meterse con la gran mayoría que no tiene poder: mujeres, inmigrantes, gay, lesbianas, transexuales, trabajadores y trabajadoras, etc. Entonces tu humor deja de ser sátira política, porque no apunta al responsable de la realidad común, y se convierte en costumbrismo porque aborda los detalles socioculturales de diferentes grupos sociales. Costumbrismo clasista, claro, pero ya no es sátira porque ya no aspira al cambio de la realidad común que se gestiona desde el poder sino a las costumbres de diferentes grupos sociales.

En medio de una crisis social en cierto modo planetaria y en un momento geopolítico de planificación global, ¿dónde está la izquierda? 

La izquierda sigue ensimismada en luchas internas absurdas. Hay sectores, movimientos sociales, etc, que trabajan incansablemente y desde la base, pero hay otro sector, más minoritario, tal vez, pero más ruidoso porque escribe en medios de comunicación o tiene peso en las redes, que está más obsesionado por la caza de brujas interna que por entender la difícil situación económica y política que es responsable de las desigualdades. O, por lo menos, ese debería ser el pensamiento de izquierda si es realmente materialista.

En el último Reality News de Mongolia informábamos que las instituciones de referencia del capitalismo como BlackRock ya admiten que el modelo hace aguas. Y mientras tanto, opinadores profesionales recién llegados a la ideología política y de manera muy barata y frívola, van acusando de reaccionarios a famosetes de la propia izquierda porque, claro, esto genera polémica y más clics que leer de economía, historia, política, leerte los periódicos del resto del mundo, e intentar entender la situación desastrosa en la que estamos y hacer el esfuerzo de comunicarla de manera entendible por una mayoría, que esa y no otra debería ser la función de las secciones de opinión de los medios. BlackRock, la mayor gestora de fondos de activos del mundo, ya ha mandado notas a las corporaciones advirtiendo del peligro de este capitalismo de casino, del cambio climático, de la desigualdad social y de género, etc, porque están acojonados.

Pero sin embargo, en los medios tenemos opinadores profesionales que se dicen de izquierdas, que en post de clics, no sólo no les interesa saber quiénes son estas gestoras de fondos que manejan capital muy superior al PIB de países como España, sino que también están muy preocupados de acusar de reaccionarios a gente de izquierda por sus supuestos errores ideológicos. Esa izquierda está más preocupada por una palabra que por la economía. ¿Por qué? Porque no leen, están encerrados en la ideología barata de la frase con punch, de la acusación que les produce clics, y de los lugares comunes donde el mismo mercado ha situado a la izquierda para que sea inofensiva y se quede en esa lucha interna, sectaria y sin sentido por el control de las palabras en vez de por la disputa del poder real y material.

A día de hoy ¿cuáles son los límites del humor? ¿Crees que son los mismo en todo el mundo o varían?

Claro que hay límites, pero son móviles y se mueven porque en la práctica el ser humano siempre mueve sus límites. Mientras que la risa y el humor son universales y objetivas, las características de cada humor son socioculturales y relativas. En un estado de derecho cuantos menos límites haya a la creación artística, sea humorística o no, más niveles de democracia hay.

¿En qué afecta la corrección política a la opinión pública?

Afecta mucho. El tema de la corrección política es la nueva cortina de humo de la derecha, ha utilizado un recurso de la izquierda más burguesa que tenía cierto sentido hace medio siglo para que la izquierda se ridiculice a sí misma y ellos, la derecha, puedan decir las barbaridades que realmente piensan sin ningún tipo de pudor. Se está instalando la falacia de que los nuevos bandos en disputa son la corrección política contra la incorrección política. Esto es ridículo, absurdo y peligroso. Los dos bandos siguen siendo la elite económica y la mayoría social cada vez menos y sin recursos. La izquierda no debería caer en esta trampa, en esta superstición de la palabra que es claramente un dialéctica puritana conservadora. Si creemos que palabras como sudaca, maricón o puta hieren realmente, le estamos dando el estatus que la misma derecha cree que tienen, un estatus de arma simbólica. Si no las tomamos como armas, desactivamos el recurso hiriente de la palabra. Las palabras, si no les pones resistencia, pasan limpiamente por ti sin siquiera herirte, algo que no pasa con las balas de verdad. A diferencia de las armas no simbólicas, la palabra adquiere filo por quién la dispara, pero quien recibe el impacto de la palabra tiene en su poder la capacidad de desafilarla y convertirla en un fantasma que lo atraviesa como si nada.

 ¿Y las redes sociales?

Todo esto está alentado, más que por las redes sociales, por la relación de los medios con las redes sociales. Los medios, obligados a competir en la nueva era digital, necesitan contenidos constantes que les den clics que les consigan publicidad que les permita sobrevivir a la crisis de los medios.

En esta exigencia de contenidos constantes se confunde lo que pasa en las redes con la opinión pública. No toda la población está en el mundo digital y los que sí estamos en las redes ni siquiera somos nosotros mismos sino que interpretamos un personaje que nos permite ser queridos en nuestro círculo de seguidores y seguidos.

Los medios beben de ahí y nos lo ofrecen como polémica real, como opinión pública real. Al destacarlo de entre ese océano de opiniones sesgadas y sobreactuadas de las redes, nos devuelven esa distorsión como imagen cierta de la realidad, potenciando nuestra creencia de que esa realidad es trascendente cuando, en realidad, no lo es y ni siquiera llega al estatus de realidad.

Cuando a través de la sátira criticas lo que consideras hipócrita y recibes el rechazo de la corrección política y en algún modo de cierta parte del público, ¿ es ese momento cuando sabes que has hecho bien tu trabajo, o es cuando sabes que lo has hecho mal?

Sí, exacto, eso es así. Lo dice un maestro de la sátira, Bill Maher. Si haces sátira y no ofendes a nadie es que estás haciendo algo mal.

¿Cómo es posible encontrar titulares tan dispares sobre el mismo hecho noticioso? ¿Crees que la prensa ha dado un giro del periodismo objetivo al periodismo ideológico? ¿Cuál de ellos prefieres tú?

Sí, creo que la prensa ha dado ese giro que comentas de lo objetivo a lo ideológico pero matizo una cosa importante y grave: no hablo de giro ideológico en el sentido clásico sino en el sentido de ideología de mercado. La ideología de los medios, por esta nueva forma de comunicar digital y global, se ha vuelto la ideología del espectáculo: necesitan titulares que enganchen, no que sean ciertos. La última obra de Juglars, que se llama ZENIT es la mejor crítica satírica sobre este tema que he visto o leído. La obra es relamen brillante y no se deja ni un detalle de esta relación entre periodismo, tecnología, redes y espectáculo. Resume la deriva del concepto de noticia y de periodismo desde el comienzo de la humanidad hasta el nuevo milenio pasando por la invención de la imprenta y la ilustración para centrarse en este giro ideológico de la búsqueda de la verdad como espectáculo que les permita sobrevivir como medio periodístico.

Trump. ¿Representa Trump el máximo común multiplicador del humor real?

Yo hablo en el libro que hay diferentes tipos de humor, el humor como ficción que llamamos humorismo y el humor involuntario, aquel que se produce sin buscar el humor, son dos formas muy diferentes de eso que llamamos humor. Creo que Trump es la máxima expresión del humor involuntario. Sólo que ese humor involuntario no debe cegarnos porque debajo de ese payaso de la tele está el presidente de una de las mayores potencias del mundo, con un arsenal nuclear y un poder geopolítico que pocos países tienen.

Para cerrar, si nos concedes unas preguntas un tanto personales… Sabemos que eres adicto a la lectura ¿Qué es lo que más te gusta leer? (literatura, filosofía, historia…) Qué libros te flipan y qué autores. Unos poquitos. Y qué estilos de música y algunos grupos.

Leo de todo, historia, ciencia, filosofía, cómics, literatura…

Me flipa todo lo de Melville, desde sus libros más marineros y los que no lo son, como Bartleby. También soy muy fan del escritor argentino Macedonio Fernández y de Borges, o de americanos más modernos como Pynchon, DeLillo, Vonnegut. En filosofía política me encanta Arendt y Žižek, a los que siempre regreso. Patricia Highsmith, Philip K. Dick y Ursula K. Le Guin son otros autores a los que releo constantemente. Ahora bien, uno de mis libros de cabecera, además de Moby Dick, al que siempre vuelvo y que, lamentablemente, es difícil de encontrar, es «El último confín de la tierra», de Lucas Bridges. Lucas Bridges fue el primer occidental nacido en Ushuaia hijo de colonos misioneros ingleses, se crió y vivió con las tribus yaganes y selknam de Tierra del Fuego en la Patagonia de finales del siglo XIX y llegó a ser conocido como «el indio blanco».

Con respecto a la música, escucho de todo: desde el country blues de principio de siglo XX y folclore de distinta procedencia, hasta Sonic Youth o The Cramps.

Pues hasta aquí llegamos. Te saludamos y damos la enhorabuena por tu trabajo. Si te parece una despedida y una canción para terminar…

Saludo con las palabras de «El Día Que Paralizaron La Tierra» y que sirve en la trilogía de «Evil Dead» de Sam Raimi para que revivan los muerto: Klaatu barada nikto

Y elijo esta canción de The Feelies para despedirme: «Sooner or Later»:

choppermonster.com