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El blues no miente, no traiciona  y no llora.

Escarvar en el origen de las cosas siempre es tarea buena porque  equivale a saber el porqué de ellas. Conocer su contexto histórico siempre sitúa y encontrar un sentido siempre enriquece. Nada descubre uno que no haya descubierto otro ya a día de hoy, pero compartir nunca sobra. Este artículo lo último que pretende es ser un texto infumable de un tema prácticamente inabarcable, y no es más que un resumen simplificado del resumen de una historia que llega a nuestros tiempos, y de la cual se deduce una conclusión sabida a voces, y es que el blues es música de raíz religiosa, que si bien puede incluir ciertos contenidos paganos como las fiestas clandestinas no deja de ser en el mejor de los casos un estilo secularizado en cultura popular por músicos que le echaron cojones de verdad.

La raíz de la patata

Nos situamos en el año 1.600, cuando se establece el primer asentamiento inglés en América, exactamente en Virginia, con el que se comienza a plantar tabaco, y con ello el desarrollo de un entramado escrupulósamente articulado con el que deportar esclavos de África para trabajar. Una dinámica que ira creciendo sin descanso y que un siglo más tarde, con la invención de la máquina de cerner algodón, que acelera la producción e incrementa la necesidad de más deportaciones de esclavos, calcula el censo en unos 3.900.000 habitantes, de los cuales 700.000 eran de raza negra.

Por otro lado, en paraleo, pero como en la boca de un embudo llegaban a América inmigrantes procedentes de diferentes países de Europa. En 1.800 habían emigrado ciudadanos de países como Holanda, Dinamarca, Inglaterra, Irlanda, Escocia, Alemania, Suecia o  Noruega. La ola migratoria procedente del viejo continente provenía en su mayoría de doctrinas protestantes luteranas, y esas doctrinas cuajaron entre los africanos.

La religión protestante, que es cristiana también, por si hay algún despistado, trata de tener el mayor número de adeptos posibles, como la católica, y como casi todas las sectas. Por lo que no es de extrañar su constante interés por promulgar su doctrina en casa ajena. Por entonces se organizaban algo así como marchas donde la gente gemía, gritaba y aullaba en forma de comunión espiritual o ritual esotérico trancero. A estas marchas se las llamaron despertares,  awakenings, donde se juntaban ritmos folklóricos europeos y africanos. De este ritmo aparecen los shouts, canciones religiosas de los esclavos que más tarde se convertirá en el góspel. Y también los hollers como parte de los diferentes cantos que surgen como expresión de lamento ante la agonía de la esclavitud en el trabajo. Para 1.860 eran 4.500.000 las personas de raza negra que vivían en América, de las cuales sólo 500.000 eran libres.

De esta etapa estrictamente coral surgen una multitud de instrumentos totalmente rudimentarios propios del entorno rural:

Washboard, tabla de lavar. Jawbones, quijadas de canes y asnos. Jugs , porrones metálicos o de barro. Kazoos, cañas con membranas vibrantes. Blue Blowins, peines con los que hacían sonar unas finísimas cuerdas. Y los más sofisticados, guitarras eléctricas fabricadas con cajas de de puros, contrabajos a partir de barreños, banjos y panderetas.

imageLa mezcla del folklore africano y europeo genera también un conjunto de bailes: la calenda, el bump, el stomp, el ragging, break down, cake walk, el buck and wing, conocido este último por todos gracias a Chuck Berry.

 

Del campo a la ciudad

Después de la guerra de secesión muchos de los esclavos quedaron libres, pero al no tener preparación laboral la única vía de escape para ellos fue la música. Lanzarse a tocar sin rumbo fijo mediante una vida errante no era tarea fácil y muchos de estos músicos fueron encarcelados por cometer delitos insignificantes. No tenían dinero para los instrumentos, sufrían reyertas encarnizadas en las cuales se jugaban la libertad y las manos (su arma de trabajo), viajaban sin rumbo de lugar en lugar esperando fortuna y encontrándose en la mayoría de las ocasiones a grupos de paletos esperando apalearles, y por si fuese mala fortuna, si eran encarcelados solían por lo general ser encadenados de pies y cuello. Todas estas desgracias y más se traducían en melodías melancólicas de lamento con la que estos presos expresaban su agonía ante la vida. Estos cantos se conocen como chain gang sons.

También son típicos de esta época los barrelhouse, que consistían en acudir a graneros donde en el centro habían unos barriles que delimitaban la zona de baile. En estas fiestas los músicos que participaban eran considerados ya como profesionales. Por otro lado se profesionaliza también el acompañamiento a vendedores ambulantes donde los bluesmans tocaban la guitarra mientras aquel vendía el producto. Pero fue en los finerales donde el músico sí consiguió un verdadero reconocimiento económico, hablamos de las funerarls songs.

De los cantos religiosos, de los cantos en el trabajo, de la música de espectáculo, los lamentos en el presidio y de las marchas en los funerales surgió, el shag, que poco más tarde se denominó blues.

Los primeros blues se grabarían hacia 1920 y la mayor parte de ellos los grabaron mujeres, ya que tenían más accesibilidad al mundo del espectáculo. Leyendas como Bessie Smith, Ida Cox, Mammie Smith (fue la primera), Getrude Ma Rainey o Billie Hiliday. Todas ellas marcadas por una vida tormentosa, llena de escándalos, alcohol y drogas, y no decir sufrimiento, forjaron la música blues y la empujaron hacia los estudios y los espectáculos (choppermonster.com/las-chicas-y-el-blues/)

De entre los bluesmans más destacados figuran:

Blind Lemon Jefferson, Leadbelly, y Charley Paton de los primeros. Big Bill Bronzy, Sonny Boy, Robert Johnson (toda una leyenda), Aaron T- Bone (Ya hacía con la guitarra las piruetas que Hendrix patentó). Howlin´ Wolf, Sam Lightnin. Los grandes Jhon Lee Hooker y Muddy Waters. Willi Dixon, Texas Alexander, Furry Lewis, Son House, Bukka White y B.B King.

Secularizamos el blues y rompemos barreras

Así, en una época de miseria, hambre y racismo el tren se convirtió en una vía de escape, y muchos de estos músicos fijaron el rumbo hacia el norte del continente, donde el racismo no era tan severo. Chicago fue el destino de todo aquel que buscaba ganarse la vida con la música, y esta ciudad terminó en convertirse tras la 2ª guerra mundial en la cuna del blues urbano, marcando diferencias de estilo y sonido con el blues rural. La reunión de bluesmans de todos los rincones del sur fue tremenda y con ella la fusión de instrumentos distintos en una misma banda, y poco a poco de esta manera surjieron conjuntos musicales que terminaron por dar forma a lo que conocemos como grupos de blues.

Hasta 1.944, después de una prohibición irracional que no permitía a la gente de raza negra grabar música, no se desarrolló el estilo en toda su potencia. Pero una vez superado este impedimento la música negra fue como una gran bola de fuego que derrumbó todas las barreras sociales para forjarse como el estilo de la música popular por excelencia. Escuchada por todos los públicos, radio, televisión, espectáculos, todos querían conocer y escuchar las maravillas de este estilo, que con el tiempo y la vertiginosa marcha con la que funcionó pasó a conocerse también como rithm and blues y convivir en metamorfosis que el resto de décadas que le acontencioron hasta hoy. EL BLUES NUNCA MIENTE