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Aunque pueda parecer extraño hubo un tiempo en el que una minoría de chicas consiguieron abrirse camino en la historia de la música luchando contra los prejuicios raciales y la discriminación de los años 20 en EE UU.

Muchas de ellas lograron el reconocimiento como vocalistas y otras lo hicieron como acompañamiento. Como es lógico, fueron las primeras quienes alcanzaron un poco más de fama. Aun así, no significa nada si realmente hay que considerar la aportación de estas chicas a la música popular. De hecho, su labor artística no ha sido reconocida más que en algunos circuitos estadounidenses. Exceptuando alguna figura como Bessie Smith o Billie Holiday, puras divas del blues, poco se conoce.

Las chicas y el blues

Tras la primera guerra mundial surgieron en EE UU una serie de locales, restaurantes, cafés que ofrecían a los artistas la oportunidad de demostrar su talento. La igualdad que se respiraba en el ambiente permitió a las cantantes acceder a la escena de entonces y conseguir ingresos precarios para poder continuar con su propósito, hacer música.

Poco a poco el circuito comenzó a consolidarse y la música empezó a ser más rentable. Existía una ruta coordinada por distintas ciudades que enriquecía la escena, tanto para los músicos como para los espectadores. La T.O.B.A fue uno de los más conocidos.

Otro gran papel lo protagonizó el fonógrafo, que permitió con el disco de vinilo difundir la música como no se había imaginado hasta entonces.

A principios del siglo XX el acceso de artistas negros a la escena musical blanca era una utopía. Salvo pocas excepciones, la cultura y la industria musical era cosa de blancos. Sorprendentemente algunas discográficas pioneras como Columbia, Victor o Edison no tuvieron reparo en editar discos a músicos negros de América del sur. En este sentido, la aparición de Mama Smith en 1920 supuso un acontecimiento importante. Una veterana de los escenarios, curtida en el mundo del espectáculo como bailarina, cantante y corista compuso entre sus primeras grabaciones una de las canciones más recordadas y versioneadas del bues, “Crazy blues”, la cual se vendió relativamente bien para ser un estilo nuevo entre la sociedad blanca, y abrió el camino a otras cantantes que permanecían en el anonimato.

Quitando alguna grabación aislada que se hizo en el sur, durante los 20 casi todas se realizaron en Nueva York, donde el blues aun no estaba reconocido. Esta situación perduró durante años hasta que una serie de canciones se convirtieron en éxitos de ventas. De todos modos, nada tenía que ver con la música que se producía en Brodway.

Trixie Smith, Atlanta, con su tema “Trixie´s blues” consiguió el primer premio de un prestigioso concurso de blues con el que adquirió una notable popularidad, y gracias al cual también más tarde firmaría un contrato discográfico. Su estilo, arraigado profundamente en la cultura rural sureña, hacía pensar entre el público de la ciudad de Nueva York que existía un estilo fuera de sus fronteras.

De todos modos, aunque Trixie fue una excelente cantante, si se compara con Bessie Smith, no llegó a tener un gran reconocimiento. La llegada de Bessie proporcionó una nueva visión. Su voz profunda y sus melodías, novedosas para ese momento y vieja para el blues causaron sensación hacia el 1923. Se dice que las primeras grabaciones se realizaron por 1922-23, y que en al comienzo fue rechazada por su voz poco ortodoxa en finura, sin mencionar su comportamiento grosero.

Bessie firmó un contrato en exclusiva de un año con Columbia. Antes había sido rechazada por varias compañías que habían considerado a la cantante demasiado agresiva. Siempre grabó en Nueva York, donde las condiciones eran óptimas y permitían un registro sonoro aceptable. Normalmente se acompañaba sólo de un piano, y en alguna ocasión de algún otro instrumento, pero nunca de una gran banda. Era suficiente con que un instrumento llamase la atención y proporcionase a la voz la libertad suficiente para ser protagonista. Versiones como “After you have gone” o “Alexander´s Ragtime band” siguen siendo de lo mejor.

Gertrude Priddget; Conocida como “Ma” Rainey´sOLYMPUS DIGITAL CAMERA también era una veterana y conocía bien los escenarios como artista antes de lanzarse a cantar.

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En una entrevista, comentaba acerca del Blues que en 1902, en una pequeña ciudad de Missouri, estaban actuando en un pequeño espectáculo de carpa. Narraba la historia de una chica de la cuidad que había ido a ver la carpa y hablaba del “hombre” que la había abandonado. La canción era tan extraña y conmovedora que llamó la atención de “Ma”. Ésta se interesó tanto por ella que la utilizó a menudo en sus actuaciones como bis.

La canción consiguió una respuesta tal del público que se ganó un lugar especial en su repertorio. En muchas ocasiones le preguntaron qué clase de canción era, y un día, en un momento de inspiración respondió: “Es Blues”.

El relato suscita tantas dudas como respuestas. Si fuera cierto, “Ma” habría conocido el blues en el año 1902. Si es así, la cantante sería la primera defensora del estilo como tal, introduciéndolo por el sur.

Del estilo eran Sara Martin y Mamie Smith, quienes ya tenían más de 30 años cuando empezaron con las grabaciones. Ambas, al contario de “Ma”, ofrecían al público todo aquello que la sociedad moderna, ansiosa de novedad, reclamaba.

El estilo de “Ma” estaba forjado más en lo rural, el campo, los tiempos duros, el dolor y la superstición. Sus canciones hacen pensar que fue una persona experimentada en la vida, con mucha personalidad, lo que otorga a sus canciones una universalidad que las mantiene en el tiempo desde entonces y las convierte en obras de inspiración. Letras peculiares por el contenido social. Se expresa el lesbianismo en canciones como “Prove i ion Me Blues” y la prostitución en “Husting Blues”. En ninguno de sus temas se observa rastro de hipocresía ni vulgaridad.

Se ha comparado a “Ma” con Bessie. Pero, ya se sabe, quizá no se podría ni plantear. En principio porque la comparación no sería justa por diversas circunstancias. La primera y fundamental es que “Ma”, por desgracia o fortuna, no disfrutó de las ventajas que las nuevas tecnologías que los estudios de Nueva York ofrecieron a Bessie. Esta última tuvo la suerte de ponerse en manos de Columbia Records y disfrutar de las últimas técnicas de grabación a la vez que contaba con la confianza de un productor que la apoyaba. Rainey vivió otro destino al firmar con Paramount, Chicago.

Ma” Rainey´s comenzó sus primeras grabaciones en 1923, una vez tenía asegurada una buena posición en la escena que ya, por lo menos, la reconocía como una cantante de blues que, a pesar de carecer de las facilidades de las técnicas modernas de sonido, ofrecía un producto verdaderamente bueno.

Lo cierto es que los primeros discos de Rainey´s suenan como si los estuviese reproduciendo un cascanueces a motor. En cierto modo, se hace un poco difícil el acceso a ellos la primera vez que se escuchan. Pero en realidad ocurre con casi todas las grabaciones musicales de los veinte. Principalmente es el sonido lo que produce cierta distancia, pero también lo es la manera de expresar el blues, ya que en ese momento aún no está forjado el estilo tal como se conoce hoy.

La fórmula de las cantantes de blues de los 20 se diferencia todavía de la que finalmente constituirá el blues ya popularizado, pero aún así contiene lo que es esencial, la repetición continua. Digamos que por aquel momento aun no se había forjado una estructura concreta, y en ocasiones las referencias podían tender a sonidos de jazz. En el caso de “Ma” Rainey se suma su voz en ocasiones dejada al cansancio y escondida bajo una cortina de ruido. De todos modos escuchar los discos en formato original es la mejor manera de trasladarse en el tiempo a lo que pudo ser, y formar una imagen visual del lugar

Otra cantante admirable de aquel periodo fue Ida Cox. También trabajaba con Paramount y sus letras eran pura poesía. La muerte, la superstición o las creencias tomaron el centro de la temática de su obra entre el amor y la soledad, y se convirtieron en un rasgo distintivo de su música. Aunque no era la primera que encontraba inspiración en tales fuentes.

imageSara Martin también pertenecía a esta generación. No poseía una voz sensacional pero su versatilidad en la música la convirtió en una artista dotada para el campo interpretativo. La elección de sus acompañantes ponía de manifiesto su buen gusto musical. De ahí que se le atribuya el primer apadrinamiento de un intérprete de country blues que grabó un disco, Silvester Weaver. Más tarde la cantante dejó el mundo de la música para dedicarse a tareas de la iglesia.

1923 fue el año que llevó por primera vez a un estudio a Rainey, Cox y Bessie Smith. Este hecho supuso una aportación sustancial al blues de chicas y promulgaba un cambio. Rainey y Cox concretamente, gracias al éxito de sus grabaciones, permitieron a Paramount continuar con su trabajo en Chicago, de manera que la productora podía proseguir con su labor de cazatalentos en la ciudad.

Ese mismo año el mundo discográfico vivió un enorme crecimiento lejos de los confines de Nueva York. Columbia, que tenía allí su sede, desarrolló una nueva forma de grabación móvil que le permitió lanzarse a la búsqueda de talentos tanto en el centro de EE UU como en el sur. Durante los años que comprenden de 1922 a 1926, guitarristas de folk blues como Blind Lemon Jefferson, Blin Blake o Charlie Jakcson dieron un gran estirón al blues. Éstos cantaban en discos acompañados de sus guitarras con unas maneras muy características que pronto dejaron huella en el estilo de variedades que se llevaba en Nueva York.

La primera cantante regional que disfrutó del éxito fue Beulah “Sippie Wallace”, de Texas, con su disco de dos caras en 1923. También de Texas era Spivey.

Después del éxito de estas dos cantantes, ST Luis se convirtió en un refugio para muchas artistas femeninas. Productores musicales organizaban viajes a las chicas desde la ciudad a Chicago para que tuvieran la oportunidad de desarrollar su talento, y como consecuencia muchas de ellas fueron músicos destacados a partir de 1926. Músicos como Al Miller, acompañado de su mujer Luella; Mary Johnson, Edith North Jonhson o Alice Moore fueron un ejemplo de ello. De estas cantantes y de muchísimas más poco se sabe, y menos se sabría aun si no fuera por sus grabaciones. En el olvido deben existir multitud de grandes voces que no han llegado al presente por distintas circunstancias y que seguro habrían figurado en la vitrina de las más grandes.

Nueva York continuó siendo el centro de grabación de música blues, pero poco a poco, la búsqueda de nuevas promesas extendió la vista lejos de sus fronteras. Para ello desarrolló un aparato móvil de grabación con el que llegaba hasta Chicago, y para más desarrollo cedió la patente a distintas ciudades que disfrutaban de autoras con talento.

Una consecuencia de esto fue la cantante Lucille Boogandisco lucille boogan, la cual, aunque ya gozaba de cierto reconocimiento nacional gracias a que la radio cada vez tenía mejor llegada, pronto se convirtió en objeto de diversas ofertas para grabar en Nueva York. Ésta fue un personaje interesante durante los años 1926-29, cuando popularizó temas profundamente sociales que se convirtieron en medio himnos. “Alley Boogie” se asoció al estilo boogie-boogie. Otra canción destacada es “They Aint´n Walking no More”, una pieza poco sentimental donde relataba las serias dificultades de la vida de la prostitución. Este tema volvió a grabarse más tarde con el título “Tricks Aint´n Walking no More” (apunte curioso).

Posteriormente ambos temas se unieron con el fin de lanzar tiradas más baratas y que fuesen más accesible para el público. Para ello se valió de sellos desconocidos que, si no la lanzaron a la fama, por lo menos permitieron que continuase con sus grabaciones.

La actitud de mujer dura que adoptaba Boogan era ya una postura aceptada entre las cantantes de blues. A primeros de los veinte, canciones que celebraban el asesinato, trataban el consumo de las drogas, la prostitución, el lesbianismo y otras actividades no aceptadas socialmente fueron la puerta que estas artistas abrieron para las reivindicaciones de la década siguiente.

A finales de los veinte, el blues masculino, compuesto básicamente del compositor y su guitarra, se convirtió en el centro de atención musical y discográfico. Estos cobraban poco por grabar y muchos de ellos lo hacían en efectivo, por lo que no era necesario firmar contratos de derechos de autor. Nombres como Albert Brown, Bertha Ross o Cleo Gibson fueron las voces femeninas que rompieron con la tendencia cada vez más extendida de grabar a hombres a finales de los veinte.

También es digna de resaltar la figura de Bessie Tacker, que imitaba el estilo de los hollers de los campos de algodón a la manera de Texas Alexander y Blind Lemon Jefferson. Una prueba de su fuerte temperamento es la siguiente canción:

Capatain is gota a big horse-pistol El capitán tiene una gran pistola

And he think he´s bad Y cree que es un chico malo

I´m gonna take it in this morning´ Voy a quitársela esta mañana

If he make me mad Como me saque de quicio

Al igual que Boogan, Tacker también tenía fama de mujer dura, en contraste con su figura esbelta de agradable sonrisa que lucía por los años veinte.

La transición de los veinte a los treinta del sonido rural al ámbito urbano de los clubs supuso un cambio. Memphis Minnie fue una de las pocas cantantes que lo realizaron con éxito. Hacia 1929 había grabado multitud de piezas acompañada de su marido Joe McCoy, con quien hacía uso de la guitarra en forma de dueto. Más tarde se unió a Little Son Joe, también en agrupación de guitarras gemelas, con quien grabó su mayor éxito tras adquirir una guitarra eléctrica, “Me and My Cauffer.

Pero salvo algunas figuras aisladas, los años treinta vivieron el surgimiento y predominio de las guitarras y voces masculinas. Y las chicas optaron por desarrollar repertorios en los cuales el estilo blues era sólo una parte del abanico de ritmos que cubrían sus canciones. Ofrecer un producto más variado, era una manera de competir con las guitarras de los chicos. Así la canción tradicional y popular se abrió camino en los discos de variedades de las cantantes.

Algunas se mantuvieron fieles al estilo blues, probablemente perdiendo la popularidad que hubiesen mantenido siguiendo aquella corriente, la de la música melódica y de variedades, más demandada por el público en general.

Geogia White causó sensación retomando viejas melodías blues, pero fueron las canciones más melódicas quienes cosecharon más éxito en su carrera.

Cuando los años treinta acabaron, también lo hizo el papel de las chicas en el blues. Con las muertes de Clara Smith y Bessie Smith a mediados de década en un accidente de tráfico las pioneras que habían expandido el blues femenino comenzaron a desaparecer.

Unas pocas cantantes aisladas como Alberta Hunter, Coot Grand, Trixie Smith y Rosseta Crawford grabaron para Deca solicitadas por un productor que las había conocido durante los años en la Paramount. Por otro lado, John Hammond, de Columbia Records, había recogido material de Bessie en 1936 para ofrecerlo de manera selecta a un público más amplio. Más tarde organizó varios conciertos como fórmula para potenciar el blues. Para ello invitó en 1938 a la sobrina política de Smith, Ruby Smith, para que tocara canciones de aquélla a modo de homenaje. En 1939 consiguió localizar a Ida Cox para otro concierto y grabar.

Las blueswoman de los años 40 combinaban canciones de variedades con el blues de la misma manera que sus anteriores. En 1940 ejemplos son Lil Gren o Peggy Lee.

En 1941 apareció la cantante de góspel Rosseta Tharpe, quien combinó su carrera musical religiosa con la de cantante de blues. Fue un acto audaz que le proporcionó libertad para componer y desarrollar su talento como intérprete y compositora. Finalmente tuvo que abandonar la música profana debido a las presiones de la comunidad religiosa. Fue una gran cantante y a la vez una excelente guitarrista. Si no tacaba la guitarra en el grupo se notaba enormemente en el acabado global.

Los años cuarenta vieron como el blues se convertía en un faceta básicamente masculina. Surgió una generación de brillantes cantantes que revolucionaron el panorama musical. Personajes como Jonh Lee Hooker, Muddy Waters o Lightin´Hopkins abrirán el camino al blues tal como lo entendemos hoy.

Una década más tarde, en los cincuenta y en adelante, pocas mujeres optaron por tocar blues. Entre las notables excepciones destacaron Koko Tailor, Big Mama Thorton y Big Maybelle. Durante los sesenta, algunas cantantes consiguieron cierto reconocimiento y permanecer en los escenarios gracias a un revival del estilo folk que se desarrolló entonces.

Parece razonable afirmar que la era del blues de las mujeres comienza con el cambio de siglo, o al menos es sensato fijar la fecha de “nacimiento” en el día en que “Ma” Rainey escuchó esa canción por primera vez. Un día especial para comenzar un camino que duró hasta nuestros días y continuará abriendo senderos mucho tiempo. En su recorrido tuvo momentos mejores y peores, de gloria u olvido. La depresión de los años veinte, los jukebox y las demandas de un público cada vez más gregario abrió la brecha que terminaría por cicatrizar una herida que simboliza lo que una vez fue la hegemonía de las chicas bluseras en los escenarios.

Hoy se hace posible confundir al bluesman con un tipo que toca una guitarra amplificada que emite sonidos en clave de blues, pero que sin embargo está muy lejos del espíritu que le dio origen. Principalmente porque el estilo de vida actual difiere mucho del de entonces. Quizá pueda ser una razón por la cual el resultado final y la profundidad de la música no sean el mismo. Otra podría ser también el hecho de que el blues se vincule pre-juicialmente a los chicos.

No significa que no exista buen blues en la actualidad. Pero en términos comerciales, a día de hoy, la calidad parece incompatible con el buen gusto, cosa que no ocurría antes.

Han pasado décadas desde su inicio, y en cada una de ellas el blues se ha ido amoldando a diferentes estilos, pero al caso de este artículo podríamos decir que si bien el blues masculino ha permanecido en antena, sin embargo, el de las chicas no ha disfrutado de esa suerte.

Aunque hace ya más de un siglo que “Ma” escuchara esa canción, el blues sigue siendo central para la música popular, y en cierto modo cada vez más para los músicos especializados y de academia. Parece que esas pioneras que comenzaron cantando y tocando los primeros acordes hicieron diana, y que por mucho que evolucione la fórmula fueron ellas quien descubrieron  y desvelaron el secreto.

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